Los especialistas aconsejan incrementar en verano las medidas higiénicas que mantengan bajo control las plagas de insectos y roedores, ya que pueden causar problemas alimentarios. Indican que, con el aumento de las temperaturas estivales, crece el número de cucarachas, moscas, hormigas y ratas, por lo que se multiplica el riesgo de infección de los alimentos.
Estas plagas son transmisoras de enfermedades porque contaminan los alimentos destinados al consumo humano. Por ello, tanto los establecimientos públicos como los hogares, deberían extremar las medidas de control y prevención. Un cuidado exquisito de la limpieza, con especial atención a rincones y lugares poco accesibles, o la no acumulación de desechos en las proximidades de los locales o en los exteriores de las viviendas son algunas de las medidas que proponen. También aconsejan extremar la higiene de los cubos de basura, que generan olores muy atractivos para las plagas, tapar los alimentos dulces y evitar las aguas estancadas y los escapes en tuberías.
Las enfermedades de transmisión alimentaria pueden catalogarse en tres tipos: infecciones, intoxicaciones e infestaciones parasitarias. Las infecciones se producen por la ingesta de bacterias o virus presentes en la comida, como en la salmonelosis o la hepatitis A. Las segundas de ellas se originan por el consumo de alimentos con toxinas formadas en los mismos, lo que sucede en el botulismo o en algunas gastroenteritis. Y las infestaciones, con formas parasitarias en fases concretas de su ciclo evolutivo, que tienen lugar en la triquinosis y la anisakiasis.
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