La normativa actual obliga a las empresas a tener contratado un sistema contra la Legionella que controle toda instalación o electrodoméstico que requiera el uso de agua. Aún así, es conveniente estar atento y realizar revisiones de manera frecuente para eliminar cualquier porcentaje de riesgo.
Como hemos comentado, la Legionella se produce en cualquier instalación que requiera agua y que no tenga un buen mantenimiento. Aires acondicionados, piscinas, fuentes, bañeras hidromasajes, tuberías o incluso tanques de agua son los elementos más propensos a desarrollar este virus si no se limpia adecuadamente y si son propensos a generar agua empozada en su interior. Cabe señalar que algunos electrodomésticos no funcionan con agua, como es el caso del aire acondicionado de los coches o algunos modelos para casas, por lo que estos no son propensos a desarrollar el virus y no requieren ninguna revisión.
Si el patógeno se desarrolla, no dará muestras señas de su presencia hasta que se produzca el primer brote de contagio. Para que esto ocurra, el patógeno se dispersará en el aire a través del vapor de agua que producen estos aparatos y el contagio se producirá con sólo respirarlo. Por ejemplo, si la tubería de la fuente de un parque contiene el patógeno, cualquier persona que pase a su alrededor se infectará con sólo respirar. La Legionella puede tener un alcance masivo si la instalación afectada se encuentra en una zona pública o un espacio concurrido, como gimnasios u hospitales.
Los síntomas de la Legionella pueden ir desde insuficiencia respiratoria, fiebre o incluso diarrea. Si se da alguno de ellos o se tiene constancia que varias personas de nuestro entorno padecen estos síntomas de manera aguda, acuda al médico con urgencia. La Legionella puede provocar la muerte si no se trata a tiempo y a día de hoy no existe ninguna vacuna para prevenirla.