Etiquetado de alimentos: Por qué es importante para la seguridad alimentaria y la protección del consumidor

Al ser uno de los últimos puntos clave de la cadena de suministro de alimentos, es importante que los productores de alimentos y los minoristas, como los supermercados y las tiendas de comestibles, garanticen que la seguridad de los alimentos se cumple con un alto nivel y que las plagas se previenen de forma proactiva para proteger a los consumidores de posibles riesgos para la salud.

Los productores de alimentos y los minoristas tienen la obligación, no sólo de garantizar la seguridad de los alimentos, sino también de proporcionar a los consumidores una información sobre los alimentos que sea clara, precisa y basada en pruebas científicas. La legislación prohíbe el uso de información y afirmaciones sobre los alimentos que sean engañosas. También garantiza la competencia leal entre empresas.

Desde SERANCA damos algunas claves sobre la importancia del etiquetado de los alimentos para la seguridad del consumidor, así como desgranamos algunos problemas que se pueden generar si esta información no es la adecuada.

El etiquetado de los alimentos para proteger al consumidor

El etiquetado de los alimentos es el principal medio que tienen los consumidores para informarse sobre los alimentos que compra. La legislación sobre el etiquetado de los alimentos orienta a los productores y minoristas y otorga a los consumidores el derecho a la información básica, como los ingredientes, la nutrición, el origen y la información sobre la seguridad, incluida la duración de la conservación, la manipulación, las instrucciones de preparación y los alérgenos.

La legislación controla el tipo de información, el diseño de las etiquetas (por ejemplo, el tamaño, la posición y la disposición de la información importante) y la redacción utilizada. Tanto en la UE como en EE.UU. se especifica la redacción que puede utilizarse para hacer declaraciones sobre los alimentos (por ejemplo, “bajo en grasas”, “alto en grasas”). La UE cuenta con un Registro Público de Alegaciones Nutricionales y de Salud que enumera lo que está permitido y lo que está prohibido.

Confusión en el etiquetado

La cantidad de información sobre los alimentos que se suministra a los consumidores es cada vez mayor, tanto por la legislación como por la demanda de los consumidores. La investigación científica ha aumentado nuestros conocimientos sobre la producción de alimentos, la seguridad y lo que es saludable. Proporcionar más información en las etiquetas de los alimentos ayuda al consumidor a tomar decisiones relacionadas con los ingredientes, la dieta, la salud, la calidad, el sabor, la trazabilidad, la seguridad, la sostenibilidad e, incluso, la ética de la producción de alimentos.

Sin embargo, un exceso de datos puede llevar a una sobrecarga de información. El número de declaraciones de propiedades saludables, las diferentes etiquetas de calidad, los datos nutricionales, los consejos y la información comercial y, en algunos casos, la información engañosa y contradictoria pueden abrumar a muchas personas y causar confusión incluso a las más formadas. Es necesario un equilibrio entre informar a los compradores y evitar que tomen las decisiones adecuadas.

Fraude alimentario

El fraude alimentario afecta directamente al consumidor a través del suministro de productos de calidad inferior, falsos o peligrosos y que conlleva el pago excesivo del producto adquirido. El fraude alimentario, según el Parlamento Europeo en un informe de 2013, es “una tendencia creciente que refleja una debilidad estructural dentro de la cadena alimentaria”. El riesgo de fraude también está aumentando debido a la “complejidad y el carácter transfronterizo de la cadena alimentaria”.

Entre los factores que contribuyen a ello se encuentran la crisis económica, los recortes presupuestarios de los organismos de control y la presión del sector minorista y otros para producir alimentos cada vez más baratos. En Europa, no existe una definición clara ni medidas legales para controlar el fraude alimentario, aparte de la legislación general sobre seguridad alimentaria que establece que no se debe engañar a los consumidores sobre los productos. Sin embargo, en Estados Unidos la ley es más clara y prevé multas y, en casos extremos, hasta cadena perpetua. La Ley Federal contra la Manipulación tipifica como delito federal la manipulación o alteración de un producto de consumo.

Algunos tipos de fraude alimentario son:

  • Sustituir ingredientes clave por alternativas más baratas;
  • Etiquetar erróneamente la especie animal utilizada en un producto cárnico
  • Etiquetar incorrectamente el peso
  • Vender alimentos ordinarios como ecológicos
  • Utilizar injustamente los logotipos de origen o de calidad del bienestar animal
  • Etiquetar el pescado de acuicultura como capturado en la naturaleza;
  • la falsificación;
  • Comercializar alimentos fuera de su fecha de caducidad.

Los 10 productos que suelen ser objeto de fraude alimentario son los siguientes:

  • aceite de oliva;
  • pescado;
  • alimentos ecológicos;
  • leche;
  • Cereales;
  • miel y jarabe de arce;
  • Café y té;
  • Especias como el azafrán y chile en polvo;
  • Vino;
  • Algunos tipos de zumo de frutas.

A estos hay que añadir, según casos recientes en Europa, la comercialización de harina ordinaria como harina ecológica, huevos de jaula en batería como huevos ecológicos, sal de carretera como sal alimentaria, la venta de carne de caballo como carne de vacuno y el uso de alcohol contaminado con metanol en licores.