Si bien el gran banco mundial que se encarga de estas cuestiones, ubicado en Noruega, en Madrid se ubica el centro nacional de germoplasma, donde se conservan unas 15.000 variedades que no se cultivan. La mayor parte no son eficientes desde el punto de vista cuantitativo, aunque sí desde una óptica cualitativa.
La priorización es la seguridad alimentaria, el cambio climático, garantizar la biodiversidad y la formación de formadores. Se han identificado como línea prioritaria el cambio climático, porque supone una amenaza que pesa sobre el sector agrícola en particular, y a medio o largo plazo la biodiversidad, para mantener la diversidad de cultivos de interés agrícola con vistas a combatir nuevas plagas y enfermedades.
La dotación genética que tienen cultivos tradicionales que han caído en desuso puede ser muy útil para combatir nuevas plagas que puedan surgir en los próximos años, para insistir en la importancia de la formación con el fin de desarrollar programas que se trasladarán y pondrán en marcha de forma conjunta con Iberoamérica.
Canarias tiene un proyecto que abandera la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Tenerife para desarrollar un germobanco, donde se preservan ya semillas de papas o millo, entre otros, con la intención de proteger la información genética de cultivos tradicionales.