El peligro de las plagas que amenazan los cultivos de plátano

Dos hongos podrían acabar en poco tiempo con todas las cosechas mundiales de plátanos, aunque se proponen varias soluciones

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El plátano o la banana es una de las frutas más consumidas en todo el planeta, pero podría desaparecer en poco tiempo. Dos hongos amenazan con destruir todas las cosechas mundiales, como ya ocurrió hace más de medio siglo. Este artículo explica por qué está amenazado el plátano, qué propuestas hay para salvarlo y el caso especial del plátano de Canarias.

Por qué está amenazado el plátano

La mayoría de los plátanos consumidos en todo el mundo pertenecen a la variedad «Cavendish», denominada así por el lord inglés que alojó en su casa los primeros ejemplares traídos del sur de China en 1828 por botánicos británicos. Su cultivo se basa en la clonación de los ejemplares, puesto que son estériles. Las actuales bananas son muy similares a las primeras descubiertas en las selvas del Sur de Asia (probablemente en Malasia) al final de la última edad de hielo, hace unos 15.000 años.

Hace medio siglo un hongo acabó con las cosechas mundiales de plátano

Esta uniformidad le hace muy vulnerable a posibles plagas: si ante una de ellas no hay forma de combatirla, las cosechas de todo el mundo peligran. Esta situación sucedió hace más de medio siglo.

Hasta mediados de la década de los 50 del siglo XX, la única variedad de esta fruta producida a nivel mundial era la «Gros Michel». Descubiertos por botánicos franceses en Asia hacia 1820, los plátanos Gros Michel eran más grandes, finos y sabrosos que los actuales (incluso verdes sabían dulce). En 1890 las plantaciones de Surinam, al norte de Sudamérica, empezaron a sufrir el ataque del hongo Fusarium oxysporum, que producía la conocida como enfermedad de Panamá. Ningún plaguicida podía combatirlo, y comenzó a extenderse: cuando llegaba a una cosecha, acababa con ella. Los cultivadores abandonaban sus campos infestados y se movían a otras tierras «limpias», incluidas selvas vírgenes que deforestaban, hasta que la extensión del hongo lo hizo inviable. Como los Cavendish resistían al hongo, reemplazaron en pocos años a los Gros Michel.

Dos hongos amenazan los actuales plátanos. Por una parte, la sigatoka negra, que se ha extendido desde que empezó en 1963 a diezmar las cosechas en Fiji. En los mayores países productores de estos ejemplares, como Costa Rica, lo controlan mediante fungicidas industriales, que utilizan hasta cuarenta veces al año. Sin embargo, el hongo es cada vez más difícil de combatir.

Por otra parte, el científico de la Universidad de Florida Randy Ploetz descubría en 1990 una nueva forma de la enfermedad de Panamá. Conocida como «raza tropical 4» (TR4), destruye al Cavendish sin que los fungicidas puedan evitarlo. El hongo ha alcanzado Sudáfrica, Australia y gran parte de Asia.

Los más pesimistas creen que el Cavendish repetirá el destino del Gros Michel. El tráfico internacional de mercancías y personas hace que todo se mueva a nivel global, incluidas las enfermedades o las especies invasoras. Por ello, consideran que su expansión a las mayores plantaciones del mundo, ubicadas en Ecuador, Costa Rica, Honduras o Colombia, será cuestión de poco tiempo. Los síntomas del TR4 son iguales a los de su predecesor, de manera que pueden confundir a los cultivadores y hacerles pensar que la plaga será eliminada.

Propuestas para salvar al plátano

Los más optimistas creen que se puede salvar al plátano y recuerdan las propuestas para ello:

  • Apoyo a los investigadores: Ploetz ha desarrollado un plan de acción para luchar contra el TR4, pero para ello haría falta más inversión en investigación.
  • Cultivo de ejemplares fértiles: en raras ocasiones, una mutación produce plátanos con semillas que pueden aprovechar así las ventajas de la reproducción sexual (intercambio genético, adaptación al entorno, resistencia a plagas, etc.). En Honduras, algunos cultivadores prueban este camino, largo y caro, para lograr Cavendish que sobrevivan a las plagas.
  • Aumento de la biodiversidad: el actual sistema de producción agrícola también contribuye al problema. Las variedades locales menos vistosas, más pequeñas, más difíciles de producir, etc., se dejan de cultivar. La biodiversidad se reduce y, con ella, las especies que podrían resistir a nuevas plagas u otro tipo de contingencias. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 75% de la diversidad genética agrícola se ha perdido en el último siglo. Algunos agricultores y científicos trabajan para guardar y recuperar el mayor número de variedades. El investigador Stefano Padulosi busca en Asia Central los ancestros salvajes de las especies actuales.
  • Comercialización de más variedades de plátanos: se ha intentado introducir otros tipos de bananas, aunque sin mucho éxito. Especies como la Rose, de color rosa, o la Goldfish, cuyo sabor es similar al de la manzana, son resistentes al TR4.
  • Utilización de ingeniería genética: diversos investigadores en todo el mundo, como Rony Swennen, de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), trabajan para lograr genes que ayuden a sobrevivir a plagas. Además de los desafíos tecnológicos, sus responsables tendrían que superar el recelo de los consumidores que no quieren productos transgénicos.

Historia del plátano de Canarias

Ya a comienzos del siglo XV se llevaron las primeras plataneras a las Islas Canarias, procedentes del sudeste asiático y en 1.526 la planta ya estaba aclimatada y asentada en las islas, ya que los marinos cargaban plátanos verdes en sus barcos para alimentarse en sus viajes a América.

Al poco de aparecer, los plátanos se extienden rápidamente por las islas y son muy apreciados por sus habitantes. También empiezan a ser conocidos para los viajeros ingleses, que los adquieren en sus escalas de regreso al Reino Unido. Esto hace que en la década de 1.880 los ingleses fomentan su cultivo, exportando la fruta a las islas británicas. La importancia del comercio entre Inglaterra y Canarias fue tal, que incluso Londres llegó a tener una zona llamada Canary Wharf (Muelle Canario) a las orillas del Támesis.

Desde el comienzo del siglo XX, el cultivo del plátano en las Islas Canarias ha aumentado hasta las 9.000 hectáreas actuales. Poco a poco, los plátanos de Canarias se han ido popularizando hasta llegar a las mesas de millones de hogares.

Actualmente, el plátano de Canarias se produce en seis islas (Tenerife, La Palma, Gran Canaria, EL Hierro, La Gomera y Lanzarote) con una media de producción anual de 375 millones de kilogramos.

Plátano de Canarias, un producto único

A finales de 2013, Plátano de Canarias recibió el sello de Indicación Geográfica Protegida (IGP) convirtiéndose en el único plátano del mundo que cuenta con este reconocimiento. Esta distinción garantiza la singularidad y el origen de nuestros plátanos, reconociendo al plátano de Canarias como un producto único y de calidad.

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